Johnny Winter es el clásico prototipo de guitar héroe, estrella del blues-rock, pero también un estilista original e incomparable en la línea de los grandes guitarristas del hard rock y el blues con un sonido definitivamente negro.
Algunos detalles de su niñez le presentan con un cariz determinante y revelador. Nacido un 23 de febrero de 1944 en la localidad tejana de Beaumont, el pequeño albino viene al mundo en el seno de una familia predispuesta hacia la música y en una zona limítrofe con el norte de Luisiana, especialmente fecunda en la tradición afroamericana. Así a los cinco años Johnny aprende a tocar el clarinete; a los ocho se inicia en el banjo y el ukelele; dos años mas tarde empieza a tocar la guitarra e interviene en concursos y programas de televisión locales, hasta que en 1958, organiza su primer grupo, Johnny and the Jammers.
A través de las emisoras de radio negras y de las actuaciones en los clubes de la zona, Winter asimila con precocidad los sonidos del blues y el rhythm and blues y, más significativamente establece fructíferos contactos con intérpretes como Clarence Garlow y Lazy Lester.
Cuando su nombre saltó, súbita y espectacularmente, Johnny Winter llevaba 10 años actuando en locales modestos, y había grabado más de 15 singles y un álbum, “The progressive blues experiment”, que no vería la luz hasta años después cuando empezó a tener éxito.
Un artículo publicado en 1968 en la revista Rolling Stone, lo descubre y Winter se encuentra de la noche a la mañana, gracias de las habilidades mercantiles de su representante, convertido en superestrella del blues. Con su trío (Uncle John Turner, a la batería, y Tommy Shannon, al bajo), se embarca en constantes giras y actuaciones en grandes escenarios, y graba sus dos primeros álbumes para la CBS, “Johnny Winter” (1969) y “Second Winter” (1970). La popularidad llegaría en el ámbito del hard rock, con una nueva banda compuesta por antiguos miembros de los McCoys. Interpretando piezas de Bob Dylan y los Rolling Stones junto a temas propios y composiciones del segundo guitarrista, Rick Derringer, publica los siguientes álbumes “Johnny Winter And” y “Johnny Winter And Live”. El albino paga de inmediato el precio del éxito y sus excesos desembocan en nueve meses de desintoxicación en un hospital de Nueva Orleans (1972).
Después en medio de su curación a la adicción a las drogas, publica mediocres trabajos enfocados al rock que sin embargo le mantiene en una privilegiada posición dentro del circuito rock mundial, discos como “Still alive and Well” (1973), “Saints & Sinners” (1974), “Thunderhead” (1975) o el fabuloso directo “Captured Live” (1976).
El retorno al blues ocurre en 1977. La amistad con Muddy Waters (a quien produce cuatro elepés donde también interviene como guitarrista), no solamente proporciona memorables grabaciones (los tres primeros reciben premios Grammy), sino que también devuelve al tejano al terreno que le pertenece.
Esos trabajos eran “Nothin´but the Blues” (1977), “White Hot and Blue” (1978) y “Raisin Cain” (1980)
En 1984, Winter encuentra su lugar en un sello independiente de Chicago que trabajaba hasta entonces exclusivamente con artistas negros: Alligator. Sus nuevas grabaciones no desmerecen de anteriores trabajos y así poco a poco va publicando buenos trabajos como “Guitar Slinger” (1984), “Third Degree” (1986), “The Winter of 88” (1988) o “Let me In” (1991).
A mediado de 1992 publicaría el excelente “Hey, Where your Brother” y a finales de ese mismo año “Scorchin´Blues”.
Ya a finales de los noventa se editaba el directo “Live in NYC´97”, álbum que recogía una selección de temas interpretados en los últimos cinco años de gira.
No seria hasta el año 2004 cuando volvería a grabar un nuevo álbum titulado “I´am a Bluesman”, que recibiría grandes elogios por la prensa y una gran aceptación por el público.
A finales del 2009 se publicarían dos estupendos recopilatorios titulados “The Johnny Winter Anthology” y “The Woodstock Experience”.
Estos últimos años Winter aquejado de la enfermedad llamada Síndrome Túnel Carpiano se ha visto obligado a actuar sentado por problemas en su cadera, pero que no le ha impedido seguir tocando por todo el mundo, dejando constancia de su gran talento y su enorme don con las seis cuerdas.