La historia de Jackson Browne parece marcada por una burlona fatalidad. ¿Qué pensar si no, la de un cantante-compositor cuya mejor canción la llevan a la gloria otros artistas (Take it easy, Eagles) y cuyo su mayor éxito Stay, es un tema no escrito y casi no cantado por él. Jackson Browne encaja las bromas del destino con relajada complacencia, y como en alguna de sus canciones ha escrito, “nada sobrevive, sino el modo / en que vivimos nuestra vida”. Jackson Browne ha huido siempre del alboroto que exige la maquinaria del pop. Tímido, atractivo, excelente compositor, limitado músico, visto como figura de culto por críticos y colegas, vivió sus mejores momentos de popularidad entre los años 1974 y 1979, años en los cuales vendió la friolera de mas de 15 millones de copias de sus discos, solo en los Estados Unidos.
Jackson Browne nació un 6 de octubre de 1949 en Heidelberg, Alemania, su padre estaba destinado allí en el ejercito norteamericano. A los tres años, la familia vuelve a Los Ángeles. Las primeras ganas de música se las contagió (casi se las impuso) su propio padre, apasionado del jazz y de la trompeta, que quería ver a su hijo convertido en un Louis Armstrong blanco. La presión paterna no prosperó, y el boom del folk en los años sesenta da a Browne sus primeras señas de identidad. Pasa seis meses con la Nitty Gritty Dirt Band, consigue un contrato de compositor para la editorial de Elektra e incluso graba una maqueta con 30 canciones. Jackson Browne se había trasladado a Nueva York a principios de 1967, y tuvo la suerte de compartir con la cantante Nico el escenario del club Dom, regentado por Andy Warhol. Tres de sus temas figuran en “Chelsea girl”, primer Lp de la hierática alemana occidental. Después de unos serios problemas por posesión de marihuana, vuelve a Los Ángeles. Participa en un frustrado experimento junto a la comuna Paxton Lodge, algo así como una consciente reclusión paradisiaca de cantautores para concepción de repertorio infalible, que había ideado un "iluminado" ejecutivo de Elektra, y conoce al emprendedor David Geffen, que planeaba la creación del sello Asylum y que se apresta a ficharle. Su primer álbum, “Jackson Browne”
(1971), contiene material ya grabado por otros artistas y cuenta con un gran elenco de músicos de estudio. Por entonces entabla amistad con algunos integrantes de The Eagles. Mientras tanto paradójicamente Glenn Frey retoca un tema “Take it easy” que Browne no terminaba de redondear consiguiendo ser numero uno con The Eagles. La colaboración se mantendría en posteriores álbumes, y aunque la reputación de Jackson Browne crecía espectacularmente, no atinaba con igual densidad popular en sus trabajos como artista solista. “For everyman” (1973), cuenta ya con la participación de David Lindley, ex Kaleidoscope, efectivo guitarrista y violinista, así como con una estrella invitada bajo seudónimo, era Elton John. El siguiente “Late for the sky” (1974), se ampara en un concepto más unitario de banda. “The pretender” (1976), editado poco después del suicidio de su esposa, lo produce Jon Landau (representante de Bruce Springsteen). Son álbumes de brillante decorado, en los que la música va comiendo terreno a los textos y en los que Browne desarrolla sus continuas interrogantes: amor como elemento de prisión o salvación, esperanza de un mundo mejor o temores apocalípticos, estrés de la ciudad o paz del campo...
Como resultado de una ambiciosa gira mundial se publicó en 1978, “Running on empty”, conteniendo temas ajenos y propios y consiguiendo un rotundo éxito de ventas gracias a una versión de “Stay”, una composición de 1960 llevada al éxito por The Zodiacs.
A partir de aquí los álbumes que desde entonces han jalonado el discurrir de Jackson Browne por el rock “Hold Out” (1980), “Lawyers in Love” (1983), “World in Motion” (1989), “I´m Alive” (1993), “Looking East” (1996), “The Nacked Ride Home” (2002) y “Time the Conqueror” (2008), le han sitúan en su papel de talentoso compositor, algo maldito y bien adiestrado en el arte senequista de la calma existencial.