Bill Haley fue uno de los más fascinantes artistas del Rock and Roll con mayúsculas. A diferencia de la mayor parte de los pioneros, el no venía del Sur (nació, en 1927, cerca de Detroit), carecía del atractivo físico típico de un rock star, sin embargo ya era un profesional con mucha experiencia cuando el rock´n´roll empezó a rodar a principios de los cincuenta. Su primer amor fue el country, que tocó con grupos como The Four Aces, Johnny Clifton & His String Band y The Saddlemen, con los que grabó a partir de 1948, sin mucha fortuna algunos temas como “Too Many Parties” o “Candy Kisses”. Fue en Filadelfia en 1951 cuando influido por los sonidos negros que tanto gustaban en la ciudad, grabó una excitante versión de “Rocket 88”, pieza del saxofonista Jackie Brenston, además de otros singles que apenas tuvieron repercusión.
Su grupo, que en 1952 se rebautizaría como The Comets debutando con el single “Stop Beatin´Round The Mulburry Bush” en donde acentuaba los ritmos, aprovechaba el tono metálico de las guitarras y exploraba las posibilidades percusivas del contrabajo. Haley cantaba canciones del gueto y usaba alegremente la jerga negra, pero tenía una voz blanca: se le entendía todo (y bien que se cuidaba Haley de obviar las letras de contenido escabroso). Posteriormente, el cantante explicó que no había ningún plan de mezclar diferentes estilos, que todo fue una concatenación de casualidades.
Aunque los Comets seguían presentándose en público con atuendos vaqueros,
iban incluyendo en su repertorio temas negroides, comprobando que funcionaban perfectamente a caballo de un show animado y altamente visual.
Canciones como “Rock the joint” y “Crazy man crazy”, eran construidas con gran sentido dramático que les abrieron las puertas de una discográfica fuerte, Decca Records.
Ya en 1954 publican una revisión dinámica de un viejo blues llamado “(We’re gonna) rock around the clock”. Fue un éxito moderado, eclipsado rápidamente por una potente interpretación de “Shake, rattle and roll”, grabada anteriormente por Joe Turner.
Haley ya era un hombre popular entre los jóvenes cuando su grabación de “Rock
around the clock”, apareció en el comienzo de “Semilla de maldad” (“Blackboard jungle” 1955), película de Richard Brooks sobre la violencia de los nuevos adolescentes; en una escena clave, los alumnos de un esforzado profesor (Glenn Ford), demuestran su desprecio destrozando su colección de valiosos vinilos de jazz.
Despreciando la moraleja de la película, los adolescentes se abalanzaron sobre “Rock around the clock”. El disco estuvo dos meses en el número uno de las listas norteamericanas, y sus ventas mundiales han llegado hoy a los 20 millones de copias. Haley, rechoncho y maduro, con su eterno ricito sobre la frente, se encontró encabezando giras y películas, e inspirando escenas de delirio.
Con esta nueva versión de los Comets, Haley se contorsionaba discretamente mientras su saxofonista, Rudy Pompolli, se tiraba por los suelos en pleno éxtasis, al igual que hacía el contrabajista Al Rex, con su instrumento. Posteriormente siguieron los éxitos discográficos, temas que hablaban de la inocente alegría de los nuevos ritmos: “Mambo rock” (1955), “Rock-a-beatin ‘boogie” y “See you later alligator”, (1956), “The saints rock’n’roll” y “Don’t knock the rock: Skinny Minnie” (1958).
Ya en 1956 se publicaría su primer larga duración “Rock Around The Clock”, al que seguirá poco después “Rock´n´roll Stage Now”, ambos una especie de recopilatorios de todos los singles publicados.
En 1957 el tema “Don´t Knock the Rock” volvería colocarse entre los primeros puestos de las listas de éxitos.
Pero la llegada de Elvis, fue decisiva en el posterior futuro de Haley, los jóvenes pudieron ver al rock and roll mas crudo y salvaje, sin pajaritas ni chaquetas a cuadros, sin esa compostura y esos refinamientos; Haley no resistiría esa comparación.
El inventor del rock and roll vivió un exilio dorado, emigrando al viejo continente. En Europa se le recibió como a un monarca, provocando alteraciones del orden público en el Reino Unido, y en el viejo continente, (Semilla de maldad llegó a estar prohibida en algunas ciudades de la República Federal de Alemania).
Pero siguió publicando temas y álbumes como “Bill Haley´s Chicks” o “Strictly Instrumental “(1959-60)
Terminó grabando para el sello mexicano Orfeón y posteriormente con la compañía sueca Sonet y su ultimo álbum seria “Live in London” (1974) publicado por el sello Atlantic.
En todos esos años nunca le faltaron actuaciones: tanto en los sesenta y en los setenta, nuevas generaciones descubrían el frenesí del rock and roll y allí estaba Haley dispuesto a demostrar que todavía era capaz de enardecer a un auditorio.
Bill Haley fue el instrumento inconsciente de una revolución cultural
cuyo alcance nunca pudo imaginar: comprendía la forma, la necesidad de crear
ritmos que dieran movimiento al cuerpo, pero estaba demasiado alejado de los jóvenes como para entender el fondo del rock and roll. En su descargo, recordemos que su grupo (con excelentes músicos, como Pompilli o el guitarrista Frank Beecher), desarrolló notables fórmulas instrumentales; Haley nunca abandonó la música que le hizo famoso, aunque se dedicara temporalmente a venderla como twist. Su final fue triste: abrumado por desgracias familiares y problemas contractuales, se retiró a Harlingen (Tejas), desde donde llamaba a viejos conocidos para soltarles monólogos que oscilaban entre fantasías nostálgicas y pesadillas paranoicas. Medio arruinado, alcohólico y enfermo, murió en la casa donde vivía en soledad a principios de 1981.