lunes, 24 de enero de 2011

Isle of Wight Festival (1969-1970)

Los dos festivales celebrados en la isla de Wight a finales de los sesenta y principios de los setenta, tuvieron un doble valor: el primero de ellos, porque contó con Bob Dylan, cuyo solo nombre sirvió ya para mitificar el acontecimiento; el segundo, porque en su gigantismo labró la tumba de los grandes festivales, al menos bajo las premisas y con los conceptos desarrollados en los últimos años 60. La referencia a Dylan basta para escribir a grandes rasgos el primero, celebrado los días 29, 30 y 31 de agosto de 1969. Sus datos y cifras, permiten entender el festival de la isla de Wight en sí mismo por su importancia y su significado.
Wight es una isla de unos 40 km de longitud por unos 23 de anchura, situada en la costa sur de Inglaterra; tenia en aquella época un censo de 94.000 habitantes, que hasta el verano de 1969, vivían en una perfecta paz idílica. Ambos festivales se desarrollaron en los terrenos de East Afton Farm, de 4 millones y medio de metros cuadrados, cerca del pequeño pueblo de Freshwater. La organización del festival corrió a cargo de los hermanos Foulk y Ricky Farr, que actuaron bajo la denominación de Fiery Creations. Después de 1970 pasaron a la historia como los promotores del más importante evento británico.
El primer festival de Wight duró tres días: contó con un concierto libre el día 29, con la participación de los Who, Moody Blues, Fat Mattres, Joe Cocker, Family, The Bonzo Dog Band, Pretty Things, Blodwyn Pig, Edgar Boughton Band, King Crimson, Free, Marsha Hunt and White Trash, Blonde on Blonde y Aynsley Dumbar entre otros, el día 30 con Bob Dylan and The Band, Richie Havens, Tom Paxton, Pentangle, Julie Felix, Gary Farr, etc.
Bob Dylan, que llegó en helicóptero y se fue diciendo que había ido a cantar y nada más, sin otros comentarios, no dejó muy convencidos a los miles de espectadores, entre ellos varios miembros de los Beatles y de los Rolling Stones. Farr y los hermanos Foulk le pagaron 75.000 dólares, la cifra mas alta del festival. Cantó 17 canciones en un par de horas y se fue. Pero para los doscientos mil espectadores, Wight era ya un hito. Dylan había cantado esporádicamente desde su accidente en 1966, y no iba a reaparecer en gira hasta 1974. Así que Wight fue su gran efemérides en los 8 años que mediaron entre 1966 y 1974.
Al año siguiente, sin Dylan, el festival quiso convertirse en la más gigantesca epopeya de la historia del rock, superando a Woodstock y superándose a sí mismo. La Fiery Creations se gastó en pagar a los artistas unas 250.000 libras (cerca de 300.000 dólares), de las cuales cada una de las figuras percibía 15.000. La organización fue modélica hasta el inicio del festival; sin embargo, se vio desbordada por las causas extra-musicales que lo torpedearon en su espíritu, ya que musicalmente fue todo un éxito.
Para llegar a Wight se dispusieron servicios de trenes especiales desde las principales ciudades inglesas, completados con ferrys desde los puertos cercanos a la isla, Portsmouth y Southampton. En Wight se concentraron 5.000 policías para cuidar el orden público y otros cientos vestidos de paisano para vigilar el eterno gran peligro de todos los festivales: las drogas y cualquier asunto turbio que pusieran en peligro a los asistentes. Sólo para esto, a Wight incluso se desplazó un laboratorio completo de drogas, un tribunal y un hospital especializado, con 80 camas para auxilios inmediatos. Trescientos acres de tierra fueron destinados a «ciudad», para que no sucediera lo de Woodstock y para que quienes lo desearon pudiesen instalar su tienda de campaña y dormir en las pocas horas que el festival lo permitía. La prensa de todo el mundo disponía de emisoras de radio, salas de prensa, 2.500 servicios repartidos por el recinto vallado (con doble valla de seguridad). En la parte alimentaria, Wight tiene una valoración, en cifras, espectacular. El total de comida y bebida almacenada el primer día era de 1.368.800 litros de agua, 113.650 litros de leche e igual cantidad de cerveza, 24 toneladas de bebidas calientes, 8 millones de vasos de papel y 100 toneladas de patatas. Grandes tiendas, restaurantes y un sinfín de puestos de hot–dogs, fish and chips y curry houses, sirvieron comida a lo largo de los cinco días del festival, el más largo jamás planificado. A pesar del número de tiendas, las colas fueron otra constante para conseguir beber, comer o hacer una necesidad.
Los problemas que Wight trajo consigo podrían resumirse en unas líneas: daños a la propiedad privada en cuanto a los habitantes de la isla, para lo cual las compañías de seguros establecieron un seguro especial durante los días del festival; la creación de una legislación que regulase las grandes concentraciones de público; y, finalmente, los propios acontecimientos internos del festival, originados por los Hell Angels y los White Panthers.
La aparición de los Panteras Blancas fue originada por las vallas del festival y por algo que podríamos denominar «política de Wight». Durante algo más de medio año, la organización pregonó que el segundo festival de Wight sería un modelo y algo más que un fenómeno pop.
Wight era la reencarnación del paraíso. En cierto modo, la organización fue víctima de su propio sueño. El público, llegado de todo el mundo, se encontró con una extensión de terreno yermo, con entradas de 10 libras para los VIPs que quisieran estar cerca del escenario y pudieran pagar, y de algo más de una libra para el resto. Los Panteras se autodefinieron como defensores de la masa e iniciaron una lucha para lograr un festival gratuito, sin VIPs. El resultado fue el derribo de las vallas, una pequeña claudicación por parte de los organizadores, ante el riesgo del descalabro, y 70.000 libras perdidas en las primeras horas al tener que dejar entrar gratis a los rebeldes. El Wight-70 comenzó con la sonrisa de Ricky Farr, presentando, vestido de negro, el magno acontecimiento, y terminó con él mismo gritando desde el escenario: «Para la buena gente... ¡adiós! Para los demás... ¡iros al infierno!», unos minutos después de que el vicario de Monteston fuese abucheado al tratar de dirigir unas palabras a un agotado público tras cinco días alucinantes.
Pero a pesar de todo... Wight no fue, ni mucho menos un festival violento, pese a los Panteras y a los Ángeles del Infierno. La frase all right («todo está bien») fue una consigna de las cinco jornadas para los 300.000 espectadores que se reunieron en los momentos clave. El último día, tras la actuación de Joan Baez, cuando se produjo la gran vuelta a casa, todavía la Fiery Creations ayudó a los miles de jóvenes sin dinero, proporcionándoles ayuda para llegar a sus puntos de destino.
El primer día del festival, el 26 de agosto, actuaron grupos desconocidos por aquel entonces, como Judas Jump, Kathy Smith, Rosalle Sorrels, Kris Tossoson y Redbone. El día 27 lo hicieron Supertramp, Groundhogs, Tony Joe White, Cactus, Black Widow, Terry Reid y Andy Roberts and Everyone. El viernes 28 se inauguró oficialmente Wight 70 y comenzaron a desfilar las figuras hasta el domingo 30 de agosto. Las principales fueron Taste, Melanie, Voices of East Halem, Fairfield Parlour, Chicago, Family, Procol Harum, Arrival, Joni Mitchell, Who, Free, Ten Years After, John B. Sebastian, Jimi Hendrix, Leonard Cohen, Joan Baez, Donovan, Jethro Tull, Mungo Jerry, The Doors, Moody Blues, Sly and The Family Stone, David Bromberg, Kris Kristofferson, Miles Davis, Pentangle, Richie Havens, Emerson, Lake and Palmer, Cat Mother, Everly Brothers, Tiny Tim, Good News, Ralph McTell y otros más. No había un Dylan, pero el reparto fue tan impresionante como el de Woodstock y pronto pasaría a los anales de la historia del rock como uno de los acontecimientos mas fantásticos e impactantes jamas realizados.