Considerado por sus fans mas ortodoxos como uno de los últimos gran eslabones de Judas Priest, "Defenders of the Faith" continuaba la senda triunfal de sus predecesores álbumes "British Steel" (1980), "Point of Entry" (1981) y "Screaming for Vengeance" (1982). En esta nueva ocasión la banda incluso transforma su visceral estilo en un agresivo heavy metal, con infinidad de pirotecnias instrumentales impulsados por sus dos despiadados guitarristas K.K.Downing y Glenn Tipton y secundados por las vertiginosa sección rítmica compuesta por el bajista Ian Hill y el baterista Dave Holland. Mención aparte son las infinitas voces de un sublime Rob Halford en un estado de forma inconmensurable. Trepidantes heavy metal como "Freewheel Burning" o "The Sentinel", son junto a las descarnadas "Jawbreaker", "Rock Hard Ride Free", "Love Bites", "Some Heads Are Gonna Roll" o "Heavy Dute", el alucinante repertorio de uno de los discos imprescindibles de la historia del heavy metal.