El solo hecho que las influencias occidentales fueran el germen para que una banda soviética llamada Horizont pudiera crear un lienzo musical como ellos hicieron, ya no solo es admirable sino también inverosímil. Recordemos que antes de la caída del muro de Berlín, la actual Rusia era la Unión Soviética, un país de férreo comunismo prácticamente hermético, que negaba casi cualquier cosa que viniera de fuera de sus fronteras. Más allá de estas consideraciónes políticas y cronológicas, el primer trabajo de esta formación fundada a mediados de los setenta, es una de las más fascinantes obras realizadas por un grupo tras el telón de acero. Fundada en la antigua ciudad de Gorky (hoy en día Nizhni Nóvgorod), estaba constituida por cinco músicos con estudios académicos, un dato que sin duda contribuye a las evidentes influencias de la música clásica de las composiciones que están incluidas en su primer álbum lanzado en 1986. Ellos eran Andrey Krivilev (voz y teclados), Vladimir Lutoshkin (guitarras y flauta), Sergei Kornilov (teclados), Alexey Eremenko (bajo) y Valentin Sinitsyn (batería). Un claro ejemplo de lo anteriormente dicho esta en la grandilocuente "Snowballs", casi diez minutos de majestuosos sonidos de órgano, piano, y sintetizadores de cuerda, bajo una coherente y firme sección rítmica. Ecos a grupos del rock sinfónico británico como Génesis o ELP, van y vienen, convirtiéndola en una excelente composición, que aunque sin llegar a aportar nada original, si muestra la faceta virtuosa y el ingenio de esta banda. Por otro lado aparece la hipnótica "Chacone" que envuelta en un aura de melancolía y oscuridad emana grandes ráfagas melódicas, mientras que la suite final compuesta por la epopeya que da titulo al álbum, es un corte mucho mas ecléctico, donde se dan cabida desde secciones sinfónicas, jazz y pasajes atmosféricos muy cercanos al space rock.