martes, 17 de mayo de 2011

Folk

El evento más significativo en la escena musical norteamericana a principios de los 60, fue sin duda el resurgimiento del folk. Iniciado en 1958 por el componente de los Kingstone Trio, Tom Dooley y celebrado públicamente en 1959 en el primer Newport Folk Festival. Un resurgimiento que introdujo el sentir que el propósito de la música era algo más que un puro entretenimiento.
En los siguientes años, este movimiento se expandiría dramáticamente. Artistas como Joan Baez, que transformó la música folk en una forma austera, bien refrendado en su album “Joan Baez 2” (1961), o Bob Gibson que seria uno de los primeros cantantes de folk en renovar el arte de la música folk. Su mejor álbum, “The Gate Of Horn At” (1961), fue una presentación en vivo junto a Bob Camp, y se anticipo al estilo íntimo del folk-rock en casi una década, otros como Ian Tyson o Sylvia Fricker fueron quizás más sentimentales, adelantándose al folk-rock con álbumes como “Four Strong Winds” (1963) y “You Were On My Mind” (1964), el cual incluía el hit “the We Five”. A partir de aquí la música folk evolucionaría rápidamente en algo más profundo y más complejo, cómo se demostró con los álbumes conceptos de Lee Hazlewood, “Trouble Is A Lonesome Town” (1963) y “The N.S.V.I.P.'s” (1965), que consistían en historias solitarias de inadaptados y perdedores. 
Pero fueron Woody Guthrie y Pete Seeger quienes habían inventado la simbiosis entre los cantantes de folk y la izquierda política y fue sin duda sus influencias la que provocaría que durante algunos años (entre abril de 1962 y finales de 1965), que ese invento se convertiría en la principal regla para los cantantes de folk en todo el país. Y esos mismos cantantes de folk se convirtieron en la voz de tanto el movimiento de derechos humanos como el movimiento de paz. Se esperaba que una canción fuera una concentración política en miniatura, su título un eslogan político, sus letras un discurso político. El epicentro de éste fenómeno fue la Greenwich Village en Nueva York. Y seria 1962 el año en el cual un joven músico llamado Bob Dylan publicaba “Blowing in the wind”. El así llamado "movimiento Greenwich" ayudó a los cantantes de folk a transformarse en cantautores: unos artistas que políticamente conscientes estaban escribiendo sus propias letras y música, y estaban poniendo mas énfasis en las historias, y no tanto en la melodías. Músicos como Bob Dylan, Joan Baez o Phil Ochs, o con canciones protesta como fueron “Ain't Marching Anymore” (1965) y “The Ringing For Revolution” (1966), de Tom Paxton, y extraídas de su primer álbum “Ramblin' Boy” (1965) que recordaba al estilo de Woody Guthrie, o Buffy Saint-Marie, con el himno pacifista “Universal Soldier” (1964), donde marchaban y se planteaban junto con miles estudiantes en grandes manifestaciones protesta y que ellos enfocaban en sus canciones. Honestos a sus ideales pero pacifistas, no abogaban por la resistencia violenta. Sus canciones eran rebeldes en una forma melancólica y desolada. El Movimiento Greenwich fue también importante porque les dio a los jóvenes una "voz", y esa voz fue musical. La música se convirtió en el vehículo para los jóvenes para ventilar sus inquietudes políticas. Era un tipo de música diferente, y en un tipo de frustración diferente, pero las similitudes con el rock 'n' roll eran obvias. Era sólo cuestión de tiempo que la música mas desenfrenada y oída (rock 'n' roll) y la mas obrera (y en parte intelectual) y la minoritaria (canción de protesta) encontraran puntos en común y se unieran. La lógica era que la música hecha por los cantantes de protesta no fuera innovadora, pero curiosamente otros músicos de folk se enfocaron en eso: la innovación. La mayoría de ellos vinieron de fuera de los Estados Unidos (en principio), como el británico Davy Graham quien publicaba la balada folk “She Moves Through the Fair” (1963) con claro acento de raga o “Folk Blues and Beyond” (1965) donde jugueteaba con el jazz y la World music, otros como John Fahey en la costa oeste, y Sandy Bull en la costa este, interpretaban y componían piezas que fusionaban folk, blues, jazz y raga indio, mientras Joseph Spence en las Bahamas inventó un estilo de guitarra intrincado, polifónico y politécnico. La extensa “Blend” de Sandy Bull, que perteneciente a su obra maestra “Fantasy´s For Guitar & Banjo” (1963), estaba adelantada a su tiempo años-luz, como lo estaba “Inventions For Guitar And Banjo” (1965), y más adelante trabajos como ”Electric Blend”, del álbum “E Pluribus Unum” (1970), confirmaría su status como uno de los genios más olvidados de su era. Su amigo Djalma "Bola Sete" De Andrade, un guitarrista brasileño quien se había mudado a San Francisco en 1959, mezcló samba, jazz, música folk norteamericana y la vieja música clásica europea en las improvisaciones sin esfuerzo de “The Solo Guitar” (1965), “Ocean” (1972) y “Shambhala Moon” (1982). Fue por estas fechas cuando John Fahey, siguiendo la intuición de “Goofing Off Suite” (1955) de Pete Seeger, inventó "el primitivismo estadounidense", una nueva forma de explotar la tradición folk y country. John Fahey fue el músico que introdujo la corriente de conciencia en la música folk, la transformó en música clásica, y la hizo atravesar las fronteras de la música occidental y oriental. El padre espiritual de la "guitarra primitiva estadounidense", Fahey cambió el solo de guitarra en un ejercicio metafísico. “Great San Bernardino Party” (1966) y “Requia” (1967) introdujeron su mundo surrealista de visiones trágicas y solemnes; imágenes construidas por la guitarra, más que por la voz. Su "raga occidental", como se define por sus tres obras maestras instrumentales, “A Raga Called Pat Part 3 & 4”, de “Voice Of The Turtle” (1968), “The Voice Of The Turtle”, de America (1971), y la canción que da tituló al álbum “Fare Forward Voyagers” (1973) tejen un flujo lento, hipnótico de quinquenios, una majestuosa marea de fragmentos melódicos en formato libre. Esas largas meditaciones trabajan en dos niveles: primero evocan amplios paisajes y naturaleza imponente, y hacen que surjan los fantasmas de toda la gente los escuchaba. Los sueños de los exploradores, la ansiedad de los aventureros, las esperanzas de los pioneros juntadas, pero Fahey se retrae del modo épico y prefiere una forma de impresionismo doméstico, el cual es tierno y cálido. Su arte es acerca de los mitos colectivos de la humanidad. Su peregrinación musical representa la odisea de todos los "Ulises" que viajaron (caminando, explorando, navegando) hacia lo desconocido. El misterioso Daniel Robinson, mejor conocido como Robbie Basho, utilizó la música para guitarra sola de John Fahey, la mezcló con el misticismo oriental (mucho antes que la música new-age fuera inventada), mezclada en elementos de música de medio oriente, india, latinoamericana y japonesa (también mucho antes que la "world-music" fuera inventada), y agregó experimentación derivada de las improvisaciones del jazz (del mismo modo mucho antes que la fusión fuera inventada) en sus álbumes “Seal Of The Blue Lotus” (1965), “The Grail And the Lotus” (1966) “Falconer's Arm” (1967), “Venus In Cancer” (1969) y “Song Of The Stallion” (1971) son todas ellas obras maestras. El virtuoso del oud y del tar, el pubiano de Egipto Hamza El Din, preparó un sonido hipnótico en “Al Oud” (1965) y “Escalay” (1971), que despliega la interacción embrujadora de las cuerdas gentiles del oud, el rango percusivo extendido y sobre tonos del tar y sus vocales sometidas, fue otro de esos pioneros olvidados.