Fleetwood Mac siempre estuvieron acostumbrados a vivir tiempos tortuosos. A lo largo de una carrera que abarca más de cincuenta años han elevado el pop a la categoría de arte, gracias a un rock suave, fusionado con blues y el rock americano.
La banda está entre los diez mayores vendedores de discos de todos los tiempos con cifras que superan los cien millones de álbumes vendidos alrededor del mundo.
En el año 2003 publicaron el álbum “Say you Will”, su primer trabajo después de 16 años sin publicar material nuevo y con su formación mas clásica.
Por otro lado también regresaba Lindsey Buckingham que había abandonado la formación después de aclamado “Tango in the Night” de 1987.
En una grabación tormentosa que propició posturas aparentemente irreconciliables en la banda. Por aquellos tiempos, la cantante Nicks había suplido sus excesos con la cocaína por la adicción al Klonopin, un poderoso tranquilizante. Christine McVie vaciaba una botella de Dom Perignon durante cada concierto y una segunda en los camerinos. Su ex marido, John McVie, había tenido problemas con la policía por posesión de cocaína y tenencia ilícita de armas. Y Buckingham, que desde siempre pareció el menos estrafalario de todos, se permitía caprichos como alojarse durante dos años completos en el hotel Four Seasons, uno de los más lujosos de todo Los Ángeles.
Recuperados de los vicios más malsanos y reconvertidos en honorables padres de familia, se propusieron grabar "el disco más agresivo y emocional en la historia de Fleetwood Mac", en palabras de Buckingham.
Pese al renovado consenso, el ahora cuarteto admite que los arrebatos de genio constituyeron un ingrediente consustancial a las sesiones de “Say you will”. Las discusiones surgían en cada detalle, desde los temas que debían incluirse finalmente en el disco, hasta el orden de aparición de las canciones. En un ejercicio salomónico, el primer sencillo (Peacekeeper, de Buckingham) y el contagioso tema central de Nicks, aparecen en el centro del álbum.
Pero también se cuelan ciertas dosis de ternura entre los surcos de este extenso trabajo. Así, los dos últimos cortes (Say goodbye, de Lindsey, y Goodbye baby, de Stevie), constituyen un homenaje recíproco de quienes fueron pareja durante la primera mitad de los años setenta.