De las cenizas de una de las bandas de culto por excelencia como fueron The Blues Project, surgió Blood Sweat & Tears, una de las mas grandes formaciones del jazz rock & rhthym blues de la historia.
En dicha banda compartían proyecto Steve Katz y Al Kooper, este ultimo un inquieto músico, dotado de una visión extraordinaria de la música.
Kooper ya desde muy joven y perteneciendo al grupo The Royal Teens, había conocido las mieles del éxito con un tema suyo llamado “Short Short”.
Convertido en un verdadero vagabundo del rock, participo entre otros muchos, en los míticos “Highway 61 Revisited” y “Blonde on Blonde” de Bob Dylan como organista antes de formar la anteriormente mencionada The Blues Project.
Junto a Katz y Kooper también se unen a este nuevo proyecto Jim Felder batería, el percusionista Boddy Colomby, y la sección de viento formada por Randy Brecker, Fred Lipsius, Dick Halligan y Jerry Weiss.
Una vez conformada graban el álbum “Child is father to the man” (1968) , trabajo con tendencias jazzisticas, pero con una sólida base de blues, sin embargo también manifestaban el poco rodaje que aún tenían lejos de las obras que pronto llegarían y dejarían sentado el nacimiento del jazz-rock. “Child Is Father...” es un álbum que contenía temas de cosecha propia así como versiones de de Nilsson, Randy Newman o Carole King.
Unos posteriores problemas surgidos a partir de este disco, entre los componentes de la banda y como consecuencia del escaso éxito del álbum, terminan con el abandono de Kooper, el fundador decide así tomar otro rumbo y entre muchísimas aventuras perpetro uno de los discos mas famosos de la historia del rock junto a Mike Bloomfield y Stephen Stills, titulado “Supersesión” (1968), un excelente álbum de blues-rock que pronto pasaría a ser todo un clásico de la música rock.
En los años siguientes Kooper tomo una posición relevante como productor y descubridor de nuevas promesas como hizo por ejemplo con los Lynyrd Skynyrd.
Pero la banda lejos de desintegrarse tras el abandono de su líder deciden seguir y aprovechan el tirón de los cambios surgidos a finales de los años sesenta, desde la psicodelia, hasta el jazz electrónico y vanguardista.
Para empezar el sustituto de Kooper recae en el cantante canadiense David Clayton-Thomas, también se elimina la sección de cuerda y se amplia el numero de músicos de viento procedentes del jazz, Chuck Winfield, Lew Soloff y Jerry Hyman, además de que cambian de productor, James W.Guercio seria el encargado.
Y así nace el segundo álbum titulado “Blood Sweat & Tears” ( 1969), considerado por la critica y publico como una verdadera obra maestra, además de ser un éxito comercial impresionante, permaneció siete semanas en lo mas alto de las listas norteamericanas y gano el premio Grammy al mejor álbum del año.
El disco contenía grandes momentos de perfecta conjunción entre el arquetipo rock y los arreglos del jazz, como el clásico tema de la Motown “You´ve made me so very happy”, la sofisticada y reinventada “Gymnopedies” del compositor clásico Eric Satie o la versión de Traffic, “Smiling Phases…”, todo un disco que resultaba arrebatador y excitante.
Y pasaron a ser el grupo de moda sacudiendo a medio mundo con su nuevo y espectacular sonido y estilo.
“Blood Sweat Tears 3” (1970), fue otro éxito siguiendo el mismo patrón musical y conteniendo grandes temas como las versiones “Hi-de-ho” de Carole King y “Sympathy for the devil” de los Rolling Stones.
Llegados a este punto la banda no paraba de hacer giras con impresionantes conciertos multitudinarios y pronto el éxito les paso factura, posiblemente por que el equilibrio logrado era producto de un análisis radical de intereses artísticos y ese equilibrio difícilmente se podía mantener en lo sucesivo.
A partir de aquí la calidad o mejor dicho la genialidad y la magia fueron poco a poco desapareciendo y aunque la banda siguió editando discos, estos eran mediocres parodias de su misma versión, trabajos como “New Blood” (1972), “No Sweat” (1973), “Mirror Image” (1974) y por ultimo “New City” (1975), fueron obras cada vez menos interesantes. Pese a todo el grupo seguía manteniendo en los conciertos un altísimo nivel, fundamentalmente por la enorme calidad de los músicos que lo componían.
Ya a principio de los ochenta Blood Sweat and Tears dejaron de existir, terminando así sus días de una manera poco gloriosa y casi arrastrándose por nefastos escenarios e ignorados por el gran publico, un final injusto para una banda que llenaba los mayores estadios norteamericanos y que vendió la friolera de 40 millones de discos.