Colosseum fueron de las primeras bandas en agrupar el jazz y el rock y surgió como consecuencia de la unión de diferentes músicos de rhythm and blues que habían sido parte de varias bandas prestigiosas como los Bluesbrakers de John Mayall y Graham Bond Organisation.
Así fue como Jon Hiseman (batería) y Dick Heckstall-Smith (saxo), deciden seguir por cuenta propia lejos de la escuela blues de Mayall, y formar una banda para lo que reclutan al guitarrista James Litherland, al teclista Dave Greenslade y al bajista Tony Reeves. Después de denominar esta nueva aventura como Colosseum, no tardan en llegarles ofertas de algunas discográficas, siendo definitivamente la británica Fontana quienes les contratan y les producen su primer álbum “Those Who Are About To Die Salute You” que fue lanzando a principios de 1969. En este primer álbum Colosseum muestran un estilo que fusiona a la perfección el jazz, el swing, el blues, la psicodélica y pasajes de la música clásica, todo ello envuelto en sonidos de potente rock, como queda demostrado en temas como “Mandarin” o la desatada “Debut”, mientras la parte progresiva esta en “Beware The Ides Of March” una readaptación del clásico “Toccata y Fuga en re menor” de Johan Sebastian Bach, interpretado de manera asombrosa por un Dick Heckstall-Smith apoteósico.
Después de este fastuoso debut, la banda abandona el sello Fontana y fichan por Vértigo, con quienes a finales de ese mismo año publican su segundo álbum “Valentyne Suite”, el cual comienza de manera tan espectacular como su predecesor, con la poderosa “The Kettle”, un tema infectado de sonidos rhythm and blues y la guitarra incendiaria de Litherland, por un camino similar sigue “Elegy”, pero esta vez con Dick Heckstall-Smith en el rol protagonista con su saxo y una sección de cuerdas soberbia. Llegados a este punto la banda retorna a sus orígenes blues con la parsimoniosa “Butty´s blues” en donde un órgano contagioso y la sección de metales conforman una sobresaliente pieza que produce incredulidad.
La segunda cara del vinilo original esta reservada casi exclusivamente a la suite progresiva del mismo nombre del álbum, un extraordinario ejercicio en donde se dan la mano todos los ingredientes de la banda, con una actuación soberbia de todos sus componentes, empezando por el inteligente e innovador estilo con el órgano de Dave Greenslade, el preciso y rítmico bajo de Tony Reeves, el sonido apasionado de Dick Heckstall-Smith, el potente e intrincado tamborileo del batería Jon Hiseman y la locuaz guitarra de James Litherland.
“Valentyne Suite” es sin duda una de las obras maestras de la música progresiva de finales de los sesenta, que sin embargo a pesar de los orgásmicos que fueron sus composiciones, sus múltiples y obvias influencias, aun estando muy bien estructuradas, fue una de las razones, por la falta de una originalidad única, por la que nunca pudieron competir en creatividad con sus coetáneas, como por ejemplo si los fueron, bandas como King Crimson o Yes, por solo citar dos de las mas icónicas del rock progresivo.