jueves, 5 de junio de 2008
Bo Diddley
Bo Diddley fue un único e irrepetible musico considerado toda una leyenda de la música rock. Muy pocas veces un músico ha merecido tanto un calificativo de tal envergadura en el mundo del rock’n’roll como este cantante y guitarrista nacido en Mississippi, que apenas alcanzó la repercusión de otros compañeros de época, y que ha muerto a la edad de 79 años en su residencia de Florida a consecuencia de un fallo cardíaco, el segundo en pocos meses. Él fue un auténtico pionero. Inventó su propio nombre, se inventó su guitarra pero sobre todo inventó un sonido, el que ayudó a definir el rock’n’roll, tal y como hoy lo conocemos, el mismo que llena ahora la imaginería popular de eternos sueños adolescentes y desinhibidos, y el mismo que sacó a bailar a negros y blancos, mujeres y hombres, a un espacio compartido por primera vez en la historia del siglo XX. Bo Diddley realmente se llamaba Elias Mac Daniels pero pronto en la escuela decidió tener su propio nombre artístico, que tomó de una guitarra de origen africano. Los sonidos de ese continente más el propio devenir urbano en EE UU serían los que marcarían su vida. En Chicago, una de las mecas del blues, Diddley empezó tocando en esquinas y garitos de poca monta, pero sin éxito. Lo suyo no era el blues de primera generación. Tampoco lo clásico. Excéntrico e independiente, se hizo fabricar una guitarra rectangular que terminó convirtiéndose en todo un símbolo. Lo que este guitarrista versátil ofrecía era algo distinto, único e imperecedero, que él mismo llamó jungle sound (sonido de la jungla), y aprendido según sus palabras de tocar el violín de chaval con unos dedos demasiado grandes. Una especie de latido eléctrico, que liberaba el cuerpo y la mente con la misma fuerza. Insistentes fraseos y poderosas distorsiones acompañados de un verbo escurridizo y provocador, que dejaba con las faldas en la cabeza a la sociedad puritana de Estados Unidos, mientras los jóvenes de medio país, ellos y ellas, rompían el molde y desgastaban las suelas de sus zapatos con la misma emoción inocente con la que pedían su sitio en los nuevos tiempos. Temas como "Bo Diddley", "Hey Good Looking", "Mona" o "I'm a Man" rebosaban de ese espíritu. Sin embargo, este rhythm and blues primigenio y exuberante alcanzó aún más repercusión entre los suyos. Al poco de sacar sus primeros sencillos, Bo Diddley se convirtió en referencia absoluta de todo lo que estaba por venir. La rebelión juvenil que protagonizó Elvis Presley y el resto de alumnos de la clase del 55 contó con sus ritmos de la selva. Chuck Berry colaboró con él más que con ninguno y Buddy Holly interpretó sus canciones para llevarlas a un mercado más amplio. Poco después la conocida British Invasion (Invasión Británica), que revolvió con más ímpetu si cabe las cosas en los sesenta, escribió su nombre con letras mayúsculas. Los Rolling Stones le adoraban, los Animals le dedicaron una de sus mejores composiciones y el autobús mágico de los Who llevaba su gasolina. La estela no se apagó con el tiempo. Eric Clapton, tan receptivo a las buenas influencias, hizo por sonar como él en los Yardbirds y en solitario. Bruce Springsteen también le rindió tributo en su obra maestra, “Born To Run”, al incluir la canción “She’s the one”, que se ha convertido en una de las mejores interpretaciones en directo del músico que más corazones arrebata sobre un escenario. Los Pretenders hicieron lo propio con “Cuban Slide”. Incluso el punk se rindió a la sacudida de sus riffs. La mejor banda de aquel movimiento, The Clash, giró con él por EE UU en 1979. Más tarde llegó el nuevo rock norteamericano y grupos del underground como Long Ryders recuperaron sus sonidos. Una lista interminable. Su ritmo sincopado y vicioso ha sido posiblemente el más copiado de la historia del rock. Y seguirá así hasta que exista alguien con ganas agarrar una guitarra y producir sonidos excitantes, que celebren sin reservas la liberación individual y colectiva. El rock’n’roll siempre estará en deuda con Bo Diddley.