La carrera de Tangerine Dream se divide en varios periodos, el primero llamado “The Pink Years”, en donde marcaron una clara sonoridad inspirada en los primeros Pink Floyd, con un evidente sonido psicodélico en donde los teclados y los efectos de sonido eran el claro denominador común de su estilo.
De esa epoca destacan los álbumes “Alpha Centauri” (1971), “Zeit” (1972) y “Atem” (1973), trabajos todos ellos repletos de una sinfonía espacial electrónica que incluso incluían algunos elementos tribales y que se acercaban a la escena progresiva del krautrock.
La segunda etapa es la llamada “Los años de Virgin”, que entre 1974 y 1983 esta considerada la fase culminante del grupo.
Ella marca un giro radical en el sonido de Tangerine Dream, apostando nuevamente por las largas suites pero adquiriendo una entidad propia y un mayor y mejor usos de los teclados y sintetizadores y una propuesta mas accesible aunque sin embargo no alejados de la experimentación.
De esta epoca sobresalen los monumentales “Phaedra" (1974), "Rubycon" y "Ricochet", ambos de 1975, "Stratosfear" (1976), "Encore" de 1977 o "Force Majeure" de 1979.
Durante la segunda mitad de los setenta los conciertos en vivo de Tangerine Dream eran únicos y espectaculares. Por la delicadeza de los equipos analógicos, el trío alemán improvisaba cada noche un nuevo show, adoptando las líneas principales de largos conciertos donde la furia secuencial apoyaba la ferocidad de los sintetizadores, los teclados y el Mellotron, así como el enfoque rockero de la guitarra de Froese y "Encore" es seguramente uno de los mejores ejemplos de todo ello.
"Encore" fue el segundo álbum en vivo de Tangerine Dream. Esta vez, se trata de un doble álbum que se grabó durante la gira norteamericana de la banda, de marzo a abril de 1977. Pero a diferencia del anterior directo "Ricochet", el cual es técnicamente un álbum en vivo que no tuvo presencia de público, en "Encore" el público hace notar su presencia en determinados momentos, dotando a la grabación de un ambiente de directo adecuado.
Compuesto por cuatro largos temas, este doble álbum comienza con "Cherokee Lane", sin duda la más conservadora de las cuatro pistas en términos de duplicación de los trabajos anteriores. Los Mellotrones están por todas partes, creando ese estado de ánimo inquietantemente hermoso y místico. La siguiente "Monolight" proporciona el momento mas complejo, entretejiendo tonos mayores y menores con la melodía principal a base de los mini-moog. "Coldwater Canyon" es el título de la pista en donde sobresale Edgar Froese. Una suite intensa, optimista y rockera que presenta a Froese en plena forma con la guitarra eléctrica, mostrando su capacidad de destreza e improvisación. Aún siendo un tema de vanguardia, se aleja del repertorio habitual de la banda. La última pista, "Desert Dream", encierra el álbum en un estilo puramente atmosférico, pasando de pasajes oscuros y experimentales a partes hermosas y etéreas con toneladas de mellotrones y un toque oriental que encaja con el título de la pista, la cual finaliza recordando los vapores de "Invisible Limits" de "Stratosfear".