"Crossings" fue el décimo álbum de Herbie Hancock y el segundo en su periodo "Mwandishi", su época en donde experimentaría con la electrónica y el funk. También fue el primero en donde el músico originario de Chicago contaba con un nuevo miembro en su banda, como era el teclista Patrick Gleeson, un experimentado músico con los sintetizadores, los mini moogs y la electrónica mas vanguardista.
Considerado uno de los mejores álbumes del jazz fusión abstracto, con sonidos electrónicos, poli ritmos africanos y una soberbia producción psicodélica, que presta mucha atención a cada detalle, para crear un estilo de jazz futurista. Un álbum que después de cuatro décadas sigue sonando increíblemente adelantado a su tiempo.
Compuesto por solo tres cortes, la primera cara esta enfocada en la extensa "Sleeping Giant", una enorme suite africana futurista que alterna intensas improvisaciones de avant-funk con partes mas oscuras. La interpretación de Herbie Hancock durante las improvisaciones abstractas son increíblemente intensas y muestra cómo es el maestro en la construcción de unos sonidos unidos y originales, demostrando que también es un genio de la composición y las orquestaciones modernas, utilizando su sección de trompetas y la electrónica para construir texturas mini-orquestales que recuerdan a clásicos como Stravinsky y Ravel. La capacidad de componer a un nivel tan sofisticado, es una de las cosas que hace que Hancock y los miembros de su banda “The Sextant”, estén a un nivel por encima de otros conjuntos psicodélicos de su época.
La segunda cara esta exclusivamente dedicada al virtuoso de los instrumentos de viento Bennie Maupin, quien también demuestra que sabe escribir y orquestar, al convertir dos increíbles y soberbias piezas en unas deliciosas melodías para los oídos.
La que primero aparece es la tensa y misteriosa "Quasar", la cual presenta una melodía de soprano futurista que es similar a la melodía clásica de Star Trek. Gran parte de la interpretación de esta canción es abstracta e improvisada, pero los músicos se mantienen tranquilos y concentrados y evitan los clichés indulgentes de improvisación. La música resultante es delicada y sensible, muy lejos del cliché del avant-jazz 'freak out', con unas melodías que a menudo nos recuerdan a Moussourgsky, Stravinsky y otros tantos del sonido de la música de cámara rusa o francesa de principios del siglo XX.
La segunda cara se cierra con "Water Torture", en la que una línea de bajo profunda y lenta doblada en el clarinete bajo suena como un cruce entre un ritmo funk lento y una composición rusa oscura, destacando la electrónica del Mellotron a cargo de Hancock y una sección de trompetas cuidadosamente orquestada logrando con ello un sonido orquestal futurista.
Sin embargo y a pesar de las soberbias interpretaciones instrumentales y la enorme composición, es el productor David Rubinson, el verdadero protagonista de este álbum, uno de los mas meticulosamente producidos con todas y en cada una de las notas, las reverberaciones, los ecos, el volumen…un trabajo titánico de minuciosidad al milímetro, consiguiendo con todo ello una obra maestra sonora absoluta