En el mundo de la música rock, las segundas partes de un álbum exitoso no siempre fueron una continuación que tuviera primero una gran acogida y segundo, el prestigio de su predecesor.
Ejemplos hay muchos, desde los que fueron exitosos como el “Out Of Hell II” de Meat Loaf, o el “Tubular Bells II” de Mike Oldfield o hasta los rotundos fracasos o que fueron duramente criticados como “The Final Cut” de Pink Floyd, una clara secuela de The Wall, entre otras muchas.
En 1997 después de 20 años y siete álbumes de estudios, Jean Michel Jarre decidió continuar su antológico debut “Oxigene” de 1976, con una secuela a la que titulo “Oxigene 7-13”, en referencia a los naturales movimientos cronológicos que siguen al álbum original, el cual consta de seis piezas.
En esta continuación, Jarre muestra muchas similitudes entre ambos álbumes, con una producción dominada por los patrones melódicos habituales en el músico francés, sin que por ello suenen los típicos clichés, ni intente repetir los mismos esquemas sonoros, dándole un enfoque mas moderno debido a los sonidos tecnológicamente mas avanzados. Sin embargo Jarre renuncia en gran parte del elemento pasional original, sustituyéndolo por una considerable emotividad y un mayor dinamismo, logrando un álbum refinado y muy atractivo, aunque sin lograr superar su asombroso debut.