Orang-Utan es otra de esas oscuras bandas británicas de principios de los 70 que tiene tras de sí una historia tan rocambolesca como inaudita.
Originalmente llamados Hunter, esta banda se había labrado una gran reputación en el circuito de pubs y locales de conciertos al norte de Londres a finales de los 60. Su formación estaba comprendida por Terry Clark (voz), Mick Clarke (guitarra), Sid Fairman (guitarra), Paul Roberts (bajo) y Jeff Seopardie (batería). Con un estilo que navegaba entre el acid rock y el heavy rock con pinceladas de la psicodélica imperante de la época siguiendo la estela de bandas punteras como The Jimi Hendrix Experience, Led Zeppelin o Cream, pronto llamarían la atención por su innegable talento y calidad. En 1970 lograrían grabar un álbum autofinanciado, el cual fue producido por Roy Thomas Baker, un avezado productor que mas tarde se haría famoso por ser el ingeniero de sonido de algunos de los álbumes de Queen, Journey o Hawkwind entre otros muchos mas. Una vez completado el álbum y a la espera de conseguir un contrato con una discográfica, los masters originales quedaron almacenados en los estudios de grabación, para su posterior lanzamiento de manera oficial.
Sin embargo poco después, las cintas originales fueron robadas de los estudios donde estaban guardadas y terminarían en manos de un personaje llamado Adrian Miller, quien reclamo el titulo de la producción del álbum y vendió los derechos del mismo, al sello discográfico Bell para su publicación, no antes incluso de cambiar el nombre del grupo por el de Orang-Utan y diseñar una portada, la cual por cierto parece obra de un crío de primaria.
Poco después la banda de manera accidental se entera de que su álbum fue publicado sin su consentimiento y para colmo de males, firmado con un nombre diferente al suyo.
Este extraño episodio precipitaría la disolución del grupo poco tiempo después al no recibir ningún tipo de regalías sobre el disco publicado y financieramente verse abocados a la quiebra al invertir todo su dinero en la grabación del mismo.
Este único y extraño álbum fue publicado solo para el mercado alemán y estadounidense, otra de las desgracias del grupo, al no poder verlo ni siquiera publicado en su país de origen, hecho el cual tampoco ayudo para poder intentar reclamar los derechos sobre el material publicado.
Musicalmente este oscuro y perdido álbum muestra las grandes capacidades de su vocalista Clarke, unos fabulosos riffs de guitarras y unas brillantes y efectivas composiciones como queda demostrado en la contundente “I Can See Inside Your Head”, con ese sabor psicodélico de finales de los 60, la hard blues rock “Slipping Away”, la zeppeliana "Chocolate Piano", las polvorientas con raíces sureñas "Fly Me Hight" y "Country Hike" o la experimental "Magic Playground”.