A principios de la década de los setenta era muy común el álbum concepto, discos que además de cierta pomposidad y mucho progresivo, tenían como denominador común historias, aventuras, biografías o tramas, en muchos de los casos con muchísima complejidad instrumental y literaria y una banda como Jethro Tull no se mantendría al margen en ese sentido, creando varias obras siguiendo esa moda imperante. Ya en 1972 publicaron su primer trabajo conceptual “Thick As A Brick”, basado en tono de humor en cuestiones de actualidad de la epóca, y en donde el rock progresivo, el jazz y el hard rock iban de la mano en un disco magnifico producto de la genial mente de Ian Anderson. Un año después el propio Anderson, riza el rizo con un álbum aún mas complejo y enrevesado como es “A Passion Play”, un disco complicado y difícil, completamente sofisticado y con unas letras retorcidas, unas melodías complejas y que era totalmente inaccesible al oyente medio. Sin embargo con el tiempo esta obra se ha convertido en una de las joyas del rock progresivo.
A diferencia del anterior "Thick As A Brick", este ultimo pese a esa gran complejidad instrumental y literaria, es así mismo mucho mas rico musicalmente, con una mayor elaboración y una producción casi obsesiva.
Con un esquema basado en el mundo teatral, Ian Anderson representa aquí al ser humano moderno, que a lo largo del álbum muere, es juzgado, recalando el cielo y mas tarde en el infierno, para en un final incierto y no muy claro, se deja todo a la imaginación del oyente, donde se reencarna o resucita.
Para todo ello Anderson incluye citas directas o indirectas de diferentes textos bíblicos, como la “Divina Comedia de Dante” o “El Apocalipsis”.
Musicalmente es uno de sus álbumes mejor logrados, con una banda totalmente compacta, repleta de gran virtuosismo, incluso hoy en día se sigue asombrando como podían ejecutar en vivo este complejo álbum tan enmarañado de forma tan exacta a la original.