El noveno álbum de The Doors, publicado seis años después de la disolución de la banda y ocho desde la muerte de su cantante, es una colección póstuma de las obras poéticas del propio Jim Morrison, mientras que el resto de la banda contribuyó en la composición musical. Fue lanzado a finales de 1978 y esta considerado como el canto del cisne de la mítica banda californiana.
En el momento de la publicación de este álbum, para muchos críticos y fans fue bastante discutible, alegando entre otras cuestiones, hasta qué punto este lanzamiento era de interés para el publico en general. En el caso de este álbum, la música está más en segundo plano que en un primero, por razones obvias. Sin embargo, hay algunas notables excepciones, y por lo general son bastante brillantes.
Para otros, este registro es un buen ejemplo de la posible evolución de la banda y su sonido, si hubieran logrado seguir en activo algunos años mas, ya que la música se distancia de la psicodelia de la costa oeste de finales de los sesenta y se mueve hacia un sonido más moderno, mezclando el rock con los sutiles sonidos latinos, ("Black Polished Chrome/Latino Chrome"), el funk (“Newborn Awakening”), el jazz (“Curses, Invocations”), el blues (“Stoned Immaculate”), los sonidos vanguardistas (“An American Prayer” o “Hour For Magic”), la música clásica (“A Feast of Friends”), e incluso rastros de los sonidos de la imperante música disco de finales de la década de los 70, (“The Ghost Song”). El sonido y la producción son realmente exquisitos, especialmente considerando el hecho de que la banda estaba usando cintas grabadas con la voz de Jim Morrison de 1970.
Además de todo ello Ray Manzarek reemplazó su órgano Vox por un órgano Hammond y los sintetizadores modernos también están muy presentes, además ya no hay un piano bajo Fender, (hay un bajo real tocado por varios músicos de sesión; Jerry Scheff y Bob Glaub), y la guitarra de Krieger ya no es tan psicodélica y difusa como antaño, sonando en todo momento mas jazzistica y melódica.
El énfasis principal del álbum es la poesía de Jim Morrison, y eso es realmente, de lo que se trata este álbum. Sin entrar en los detalles sobre los textos poéticos, lo cierto es que encajan muy bien con la música (en realidad, mejor seria decir a la viceversa), creando atmósferas diferentes y efectivas a lo largo de todo el álbum. Ciertamente, esta es una obra de arte sin paliativos.
Ninguna de las pistas aquí está cantada a diferencia de la música habitual de The Doors, excepto una curiosa versión en vivo de “Roadhouse Blues”, en donde Morrison canta improvisando con alusiones poéticas ya que se había olvidado de la letra debido a su estado de embriaguez durante ese concierto.
Uno de los puntos principales de este álbum, es subrayar y resaltar algunas de las poesías más llamativas de Morrison, y se usaron algunos de sus pasajes más impactantes, principalmente cuando expresaba su odio por el puesto de almirante de la marina norteamericana de su padre. Otros pasajes contienen algunos pensamientos inquietantes sobre la muerte y su vínculo con el sexo, mientras que una larga búsqueda del alma parece ser el hilo conductor del álbum.
Pese a lo inusual de este álbum, “American Prayer” lograría alcanzar un disco de oro, una nominación a los premios Grammy y años después obtendría un disco de platino por sus millonarias ventas en el mercado norteamericano.