Lastrado por el éxito apabullante de “Tubular Bells”, el siguiente álbum de Mike Oldfield, tuvo una recepción de mucho menor impacto, sin embargo “Hergest Ridge”, sigue su misma línea, con una obra de proporciones épicas y con similitudes a las estructuras musicales de su álbum debut.
En 1974 el joven Oldfield, nada dado al estrellato ni a las masas, se vio abrumado por fama sin precedentes del mencionado “Tubular Bells”, ello le llevaría a aislarse durante muchos meses en su casa de las afueras de Londres, en un lugar llamado “las colinas de Hergest Ridge”. Allí Oldfield crearía un estudio de grabación y empezaría a componer y grabar su siguiente movimiento discográfico, al cual titularía como el lugar donde residía.
Sin embargo el carácter musical de esta nueva entrega tiene un componente mas sinfónico y bucólico que su antecesor. Para ello Oldfield volvería a utilizar un arsenal de instrumentos que iban desde los órganos Farfisa, hasta las guitarras eléctricas y acústicas, pasando por mandolinas, gongs, oboes, campanas tubulares y un sin fin de artefactos musicales con los que se sirvió para crear otra obra monumental.
Compuesto por dos extensas partes, "Hergest Ridge Parts I y II", Oldfield logra entrelazar una etérea y asombrosa música que llega a su clímax total en la parte central de la segunda cara del álbum, en donde utiliza la asombrosa cifra de cerca de 100 guitarras superpuestas, logrando con ello uno de los momentos mas prodigiosos de toda su carrera y al mismo tiempo, de la historia de música popular.
Con este segundo lanzamiento, Oldfield consolidaba su desarrollo y su madurez como instrumentistas y como compositor, convirtiéndose en uno de los grandes genios de la música del siglo 20.
El álbum lograría colocarse en el primer puesto de las listas británicas, obteniendo varios discos de platino por sus ventas a nivel mundial, que sin embargo se quedaban a años luz del éxito de su predecesor.