A principios de los setenta The Rolling Stones se habían mudado a Francia huyendo del agobiante fisco británico y seria allí mismo en las tierras galas, cuando comenzarían a preparar su nuevo álbum, el que haría cronológicamente el décimo de su carrera. Sin embargo la estancia en Francia no seria un camino de rosas para el grupo. Para empezar las adicciones a las drogas de algunos de sus miembros, principalmente Jagger y Richards, el nefasto lugar escogido para la grabación del álbum, una mansión en donde residía habitualmente Keith Richards y su familia, cerca de Cannes, la cual tenia tras de si un turbio pasado, al ser un cuartel de la Gestapo durante la Segunda Guerra Mundial, además de las caóticas sesiones de grabación llevaría todo ello a unas polémicas y maratonianas semanas de total descontrol y desmadre sin precedentes. Durante esas sesiones todo se volvía frenético, desde la deficiente instalación eléctrica para los potentes y sofisticados equipos de estudio, hasta el ir y venir de infinidad de amigos y conocidos de la banda, (incluidos traficantes de drogas), sin contar el nutrido personal de grabación, encima a todo ello habría que sumarle los continuos parones en las grabaciones debido a las habituales ausencias de algunos de los músicos del grupo que se largaban para asuntos particulares, tanto desbarajuste significaba un tremendo caos que de alguna manera se termino integrando en el sonido final del álbum, con una infinidad de criticas por parte de la prensa especializada tras su publicación. Este hostil recibimiento se terminaría convirtiendo con el tiempo en la obra maestra del grupo, considerada como una de las mejores aportaciones del rock.
En este álbum la banda exploraba como nunca diferentes terrenos como el jazz, el soul, el gospel, el country, el blues o el rockabilly, con muchos momentos instrumentales a modo de jams, donde sobresalían una serie de brillantes canciones como la comercial “Tumbling Dice”, la rock “Rip This Joint”, la country “Torn And Frayed”, la barriobajera “Ventilator Blues”, la rock and roll “Shake Your Hips” o las tremendamente adictivas y muy stonianas “All Down The Line” y “Rocks Off”. Para muchos esta fue la ultima gran obra de The Rolling Stones, pese a que su docena de lanzamientos posteriores hayan sido muchos de ellos grandísimos álbumes, pero ninguno con la variedad, el frenetismo, y la genialidad algo desmadrada producto de su azarosa grabación de este mítico “Exile On Main St.”