El tercer álbum de David Bowie llegaría casi un año después de “The Man Who Sold The World”, el trabajo que confirmaría al músico británico como una mega estrella del glam rock, y en donde volvía a mostrar esa imagen sexualmente ambigua.
En esta ocasión Bowie nos deleita con un trabajo repleto de matices de folk, pop, rock y ramalazos de la música de cabaret, un disco que se convirtió en un claro referente en la historia del pop-rock.
Compuesto por enormes composiciones como la arreglada y portentosa “Life On Mars”, la sentimental “Andy Warhol”, la alegre pop “Kooks”, la glam rock “Queen Bitch, la inocente y lúdica “Fill Your Heart” o la enérgica “Changes”, con todas ellas demostraban la enorme capacidad creativa de un genio como Bowie tan camaleónico como portentoso y con una extraordinaria personalidad. Su grandeza estaba en conjugar de manera asombrosa tal cantidad de estilos sin entrar en la incoherencia musical.
Para esta tercera entrega Bowie había contado con su mano derecha Mick Ronson a la guitarra, Rick Wakeman a los teclados, Trevol Bolder al bajo y al batería Mick Woodmansey y que bajo la supervisión del productor Ken Scott, conformaron uno de los álbumes fundamentales en la carrera del Duque Blanco y uno de los 500 mejores discos de la Historia.