Con este trabajo Jethro Tull volvió a encontrar el camino correcto que había dejado ligeramente a mediados de los 80 con discos tan dispares como "A" o "Under Wraps", los cuales mostraban una faceta demasiado electrónico y sin mucha inspiración. Sin embargo, y sin Peter-John Vetesse (a quien se considera el principal culpable y una mala influencia musical para Ian Anderson), el grupo en parte se acerca al sonido clásico y tradicional de la banda y logrando crear un puñado de grandes canciones, como siempre magníficamente acompañado por Martín Barre, quien también realiza un trabajo muy notorio con las guitarras. Sorprendentemente se aprecia el parecido con Dire Straits en temas como "Budapest", "Said she was a dancer" o "The Waking Edge", especialmente en el aspecto vocal, ya que Anderson sufrió una operación de garganta y se asemeja mucho a la voz de Mark Knopfler. Este trabajo recibió un Grammy al mejor disco de Hard Rock-Metal en 1989, aunque ciertamente fue más en reconocimiento a su dilatada carrera, la cual fue relanzada y fortalecida que al genero del metal en si. En definitiva, es un disco muy atractivo con ese estilo exquisito mezclando elementos de Blues, Rock y Folk para crear una obra deliciosa.