En 1978 Dire Straits sorprendió al mundo con su primer álbum, un trabajo en el que sobresalía la inmortal “Sultans of Swing”, que sin embargo fue la canción que eclipsó parcialmente al resto del álbum.
Fue la obra en la que se aprecian las grandes influencias de Bob Dylan y principalmente de J. J. Cale en las composiciones creadas por Mark Knopfler.
Pero es el toque personal que le da el guitarrista a su visión musical, el que consigue darle a este trabajo una originalidad que lo aleja bastante de los mencionados Dylan y Cale.
Globalmente considerado un disco coherente en el fondo adolece de muchas cosas, llegando incluso a resultar algo monótono en una escucha apresurada, pero si se tiene en cuenta y nos tomamos el tiempo para darle unas cuantas atenciones descubrimos la esencia imperecedera de una banda que empezaría a tocar en pequeños pubs y que en unos años pasarían ser una de las bandas punteras en el arena rock.
El origen está aquí de la posterior y exitosa carrera, sobre todo en esos acordes adictivos y esas melodías subyugantes.
Además de la mencionada “Sultans Of Swing”, el álbum contiene algunas gemas como las iniciales “Down to the Waterline”, “In the Gallery” o “Lions”, todas ellas eclipsadas por el éxito de la canción estrella.